12/04/13

Escribir es vivir - Páx. 99

SAMPEDRO, José Luis. Escribir es vivir. Barcelona: Ed. Areté, 2005. ISBN 84-0-134186-8.


Esta semana, en homenaxe ó recentemente falecido José Luis Sampedro, escollemos uns fragmentos do seu libro en lugares da páxina 99 que habitualmente publicamos os venres.


Solapa: 
En el marco de una serie de cursos magistrales impartidos por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en julio de 2003, José Luis Sampedro expuso, bajo el título Escribir es vivir, su personalísima visión sobre la creación literaria. Una mirada cálida y única sobre el complejo proceso que empuja a la carne y a los sentidos a plasmar sus impresiones en un papel, y sobre los mecanismos únicos e intransferibles que operan en esta acción.


Extractos do libro
EL ESCRITOR:
«Pensemos en una forma sencilla de definir a un escritor. Podemos recurrir a varios ejemplos. Yo me inclino por aquellos que desmitifican al escritor, que lo bajan de su peana, le despojan de su aureola mágica y lo muestran como un trabajador cualquiera. El ejemplo más directo, sencillo y, a la vez, muy ilustrativo del oficio es la comparación del escritor con una vaca. […]
Veamos, ¿qué hace la vaca? Ustedes imaginen la vaca en un prado, tan tranquila, detrás de una cerca mirando a la carretera. Por la carretera pasan infinitas cosas.Pasan los labradores que van a labrar los campos, pasan los turistas, pasa la guardia civil, pasa el coche de línea. Y la vaca lo mira todo. […] Y ¿qué hace la vaca viendo todo aquello? Se lo zampa, lo observa todo. El escritor también. El escritor es un "voyeur", confesémoslo de una vez, y lo digo en francés para que no parezca indecente. El escritor lo ve todo, lo oye, lo huele todo —no digo que lo toca porque eso ya sería pasarme—, pero el escritor, verdaderamente, es un cotilla. Volvamos a la vaca. ¿Qué pasa con ella al cabo de un rato? La vaca agacha la cabeza, arranca con sus dientes unas briznas de hierba, las mastica y se las traga. ¡Ah!, pero como ustedes saben muy bien, la vaca es un rumiante. Y, además, tiene cuatro estómagos, quién los pillara, ¿verdad?, para disfrutar más de la comida. La vaca se saca de uno de sus cuatro estómagos lo que ha tragado, lo vuelve a la boca y lo mastica de nuevo. El escritor actúa también como un rumiante: a todo lo que ha visto, todo lo que ha tocado y oído le da vueltas y más vueltas.[…] Y para que vean que mi metáfora es acertada, ¿qué pasa al final del día con la vaca? Llega el dueño, se la lleva al establo, la ordeña y al día siguiente vende la leche y se queda con los cuartos. Eso sí, deja a la vaca el diez por ciento para que siga escribiendo».

LA OBRA:
«¿Para qué se escribe? Hombre, hay quien escribe para ser famoso, para salir en la tele; hay quien escribe para ligar, para ganar dinero, pero no es de ese tipo de motivaciones de las que vamos a hablar, entre otras razones porque para ganar dinero o ser famoso hay medios más rentables. Hablemos de arte, de literatura, de necesidad vital. Yo escribo por una razón, yo diría, genética. […] Mi obra será buena, mala o regular, acertada o desatinada, pero la he escrito porque no podía evitarlo. […] Para mí, escribir no es un trabajo; es una necesidad vital. Escribir es un esfuerzo, un esfuerzo tremendo. Escribir "Octubre, octubre", novela de la que les hablaré llegado el momento, me costó diecinueve años. Escribí cuatro versiones diferentes. Y cuando terminé la cuarta, que es la publicada, puse todos los folios uno encima de otro y esa pila de folios, mecanografiados por mí y que todavía conservo, esa pila medía un metro y veintiséis centímetros. De modo que ya ven ustedes si es un esfuerzo. Pero no es un trabajo.[…]
Yo he trabajado en un banco muchos años y de allí, gracias a mi talento, persistencia y perseverancia, gracias a mi espíritu de trabajo, a mi iniciativa, en fin, a todas las dotes que me adornan, salí del banco treinta años después sin saber una palabra de operaciones bancarias. Eso tiene su mérito, ¿eh? Hace falta mucho talento para estar allí, en medio de todo eso, y no enterarse de nada […]. El banco era para mí trabajo y dentro de él mucho más trabajo que la redacción de discursos o la edición de boletines. Me veía obligado a ganar dinero para comer. Con la literatura no ganaba un duro, pero me esforzaba en ello porque era y es mi propia vida. Sin ella no podría vivir. No concibo un día sin pensar en ideas literarias, sin tomar notas, sin llevar mi cuadernito, apuntar algo, discutirlo un poco… no, no me lo imagino».

VIAJE A LA LIBERTAD:
«En esos doce años [1981-1990] me ocurrieron algunas cosas importantes.
En el terreno personal, sin duda lo más relevante fue el nacimiento de mi nieto en el ochenta, que, a su vez y sin propósito previo, se convirtió en acontecimiento literario. La novela inspirada por esta criaturita, basada en los sentimientos y pensamientos del abuelo que redescubre el mundo con y por su nieto, ha resultado ser la más popular, la más vendida, la más conocida y traducida. "La sonrisa etrusca" me ha proporcionado muchas satisfacciones, la mayor de ellas, saber que es una de las preferidas y elegidas por muchos talleres de lectura para la iniciación de adultos en el fascinante mundo de los libros. Recibir cartas de señoras de sesenta años y más, emocionadas con el primer libro en sus vidas, o recibir testimonios de madres que tras varios esfuerzos frustrados, finalmente, gracias a "La sonrisa etrusca" han conseguido que sus hijos lean, es sin duda la mejor recompensa a todos los sacrificios y renuncias que una actividad tan tirana como la creación (literaria en este caso) impone.
Precisamente por ser tan popular, porque su estructura no reviste complejidad, porque he hablado tanto sobre ella en tantos foros y entevistas y, finalmente, porque ya nos hemos puesto de acuerdo en que les interesa más aquello que tienen menos a su alcance, no me extenderé. Simplemente decirles que no la habría escrito si no hubiera nacido mi nieto Miguel y que, a diferencia de la mayoría de mis novelas […], "La sonrisa etrusca" fue escrita de un tirón, como respuesta afectiva […] al nacimiento de mi nieto. […] Por eso suelo decir que "La sonrisa etrusca" no la escribí yo, la escribió mi nieto que, a sus dos añitos, me la iba dictando al oído».

CREDO PERSONAL
Creo en la Vida, Madre Omnipotente,
creadora de los cielos y la Tierra.
Creo en el Hombre, su hijo adelantado,
concebido en creciente evolución,
progresando a pesar de los Pilatos
que inventaron sus dogmas reaccionarios
para aplastar la Vida y sepultarla.
Pero la Vida siempre resucita
y el Hombre sigue en marcha hacia el futuro.
Creo en los horizontes del Espíritu
y en la energía cósmica del mundo,
creo en la Humanidad siempre adelante.
Creo en la Vida perdurable.
                         Amén.

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