21/02/14

La ridícula idea de no volver a verte - Páx. 99

MONTERO, Rosa. La ridícula idea de no volver a verte. Barcelona: Seix Barral, 2013. ISBN 978-84-322-1548-3.

 Contracuberta:
Cuando Rosa Montero leyó el maravilloso diario que Marie Curie comenzó tras la muerte de su esposo, incluido al final de este libro, sintió que la historia de esa mujer fascinante le llenaba la cabeza de ideas y emociones. La ridícula idea de no volver a verte nació de ese incendio de palabras, de ese vertiginoso torbellino: «Éste es un libro sobre la vida… apasionado y alegre, sentimental y burlón». Al hilo de la extraordinaria trayectoria de Curie, reflejada aquí en sus aspectos más desconocidos, Rosa Montero construye una narración a medio camino entre el recuerdo personal y la memoria de todos, el análisis de nuestra época y la evocación íntima; habla de la superación del dolor, de las relaciones entre hombres y mujeres, del esplendor del sexo, de la ciencia y de la ignorancia, de la fuerza salvadora de la literatura y de la sabiduría de quienes aprenden a vivir con plenitud y con ligereza. Libérrimo y original, este libro inclasificable incluye fotos, remembranzas, amistades y anécdotas que transmiten el primitivo placer de escuchar buenas historias. Un texto auténtico, emocionante y cómplice que te atrapará desde sus primeras páginas. Sentirás que ha sido escrito solo para ti, como siempre sucede con la buena literatura.

"Manya Sklodowska [Marie Curie] fue una persona perseguida por la leyenda. El mito que hoy existe en torno a su memoria, siendo enorme, es probablemente menos exagerado que el que tuvo que soportar mientras vivía. Además su fama pasó por todo tipo de avatares: primero fue considerada una santa, luego una mártir y después una puta, y todo ello de una manera ardiente y clamorosa.

Parte del mito de la santidad científica de Marie (y de su marido) se basa en las penosas condiciones en las que tuvieron que trabajar. Y es cierto: Pierre Curie soñó toda la vida con tener un buen laboratorio, y en realidad murió sin conseguirlo. El descubrimiento del polonio y del radio se hizo, como todo el mundo sabe porque es el pormenor más aireado de su hagiografía, en un miserable cobertizo medio roto que antes había servido de almacén y que Pierre logró que les dejaran utilizar en la Escuela de Física y Química Industrial, en donde él daba clases. Los cristales rajados y mal sellados del galpón dejaban pasar el polvo y el agua de la lluvia, contaminando las muestras; para calentar el lugar solo había una pequeña estufa de hierro y en invierno hacía un frío rechinante: una mañana Marie apuntó en su cuaderno de trabajo que en el interior estaban a tan solo seis grados. Debía de ser difícil hacer las delicadas mediciones que precisaba la investigación teniendo los dedos congelados".
Laboratorio de Pierre & Marie Curie. Fonte da imaxe.
 

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