Feliz día da poesía!
Hoxe queremos compartir con vós varios poemas que nos gustan, que nos encantan e que, incluso, nos fan chorar... algún deles de risa! Que os disfrutedes!
Lucía Aldao e María Lado versionan o poema "Deitado frente ao mar", de Celso Emilio Ferreiro, con moita retranca, traducíndoo ó "castellano".
O
TREN
Non
o paso ben
na
estación do tren.
Maletas
con rodas
maletas
de man
mochilas
ao lombo
que
veñen e van.
Só
faltan minutos
non
trae retraso
dentro
de moi pouco
estou
nos seus brazos.
Óese
un pitido
que
anuncia a chegada
o
tren, maxestoso,
amosa
a faciana.
Todo
é un bulebule
os
nervios afloran
hai
xente que ri
hai
xente que chora.
Moitas
mans saúdan,
cales
delas serán
as
mans que eu agarre
para
non as soltar?
Papá!
berro eu
botando
a correr,
batendo
contra todo
ata
dar con el.
Amais
das maletas
de
distinta cor
papá
trae un saco
cargado
de amor.
É
un saco invisible
cheíño
de bicos,
para
a súa familia
para
os seus amigos.
Non
o paso ben
na
estación do tren.
Concha Blanco
a miña avoa morreu
levou con ela o corazón da figueira
e a súa sombra de estío
as hamacas no verán eran unha terra fresca
onde os coleópteros trazaban microclimas
arredor de nós
pero xa non,
e aínda que seguimos tendo un galo portugués
que muda de cor cando chove,
ela non vai volver
ela non vai volver
amasar roscas na mesa da cociña,
ela non vai volver pasear os seus ollos de galaxia
a través dos vestidos novos
Ledicia Costas
NOCTURNO
Toma y toma la llave de Roma,
porque en Roma hay una calle,
en la calle hay una casa,
en la casa hay una alcoba,
en la alcoba hay una cama,
en la cama hay una dama,
una dama enamorada,
que toma la llave,
que deja la cama,
que deja la alcoba,
que deja la casa,
que sale a la calle,
que toma una espada,
que corre en la noche,
matando al que pasa,
que vuelve a su calle,
que vuelve a su casa,
que sube a su alcoba,
que se entra en su cama,
que esconde la llave,
que esconde la espada,
quedándose Roma
sin gente que pasa,
sin muerte y sin noche,
sin llave y sin dama.
Rafael Alberti
EL ADIÓS
Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.
(La mujer lo miraba sin respuesta.)
Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.
(Ella lo contemplaba silenciosa.)
Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras).
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.
Entró y se inclinó hasta besarla
porque de ella recibía la fuerza.
(La mujer lo miraba sin respuesta.)
Había un espejo humedecido
que imitaba la vida vagamente.
Se apretó la corbata,
el corazón,
sorbió un café desvanecido y turbio,
explicó sus proyectos
para hoy,
sus sueños para ayer y sus deseos
para nunca jamás.
(Ella lo contemplaba silenciosa.)
Habló de nuevo. Recordó la lucha
de tantos días y el amor
pasado. La vida es algo inesperado,
dijo. (Más frágiles que nunca las palabras).
Al fin calló con el silencio de ella,
se acercó hasta sus labios
y lloró simplemente sobre aquellos
labios ya para siempre sin respuesta.
José Ángel Valente
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